Trastorno de Ansiedad Generalizada

¿Qué es el trastorno de ansiedad generalizada?
El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) se caracteriza por un patrón de preocupación y ansiedad frecuente y persistente sobre una amplia gama de acontecimientos o actividades que a la persona le cuesta controlar y que se prolonga más de seis meses.
A menudo esa ansiedad está asociada a preocupaciones excesivas, lo cual también se conoce como “expectación aprensiva”. Es decir, la persona se preocupa por cosas que nunca llegan a pasar, pero en su mente no deja de imaginarse los peores escenarios posibles, aunque en realidad existen pocas razones para preocuparse. Lo usual es que esas preocupaciones versen sobre la salud, el dinero, el trabajo o la familia.
De hecho, cuando se sufre ansiedad generalizada, cualquier cosa, incluso las más sencillas, se convierten en motivo de preocupación. El simple acto de afrontar la jornada puede producir nerviosismo. El problema es que estas preocupaciones constantes generan un estado de alerta que supone un gran esfuerzo, tanto a nivel mental como físico, por lo que no es extraño que la persona se sienta muy agotada y se muestre irritable.
¿Has sentido nerviosismo durante los últimos meses? ¿Has tenido dolores de cabeza con más frecuencia y problemas para conciliar el sueño? ¿Sientes un estado de inquietud y zozobra permanente pero no conoces el motivo? Si es así, es probable que padezcas un trastorno de ansiedad generalizada, un problema que afecta entre el 5 y el 8% de la población mundial. Además, las mujeres tienen el doble de riesgo de sufrir un trastorno de ansiedad generalizada en algún momento de su vida.
Causas, síntomas y consecuencias
En la base del trastorno de ansiedad generalizada subyacen diferentes causas, de origen fisiológico, psicológico y social. De hecho, en muchos casos la ansiedad comienza a manifestarse desde la juventud, por lo que se piensa que en algunos casos existe un componente genético.
Se estima que un tercio del riesgo de desarrollar un trastorno de ansiedad generalizada es genético.
En otros casos, las experiencias infantiles suelen desempeñar un papel importante en la aparición de este trastorno. De hecho, la ansiedad también es una respuesta aprendida, que los niños pueden imitar tomando como ejemplo el comportamiento de los padres. Por eso, si uno de los padres solía reaccionar con irritación, nerviosismo y angustia, es probable que sus hijos desarrollen ansiedad desde una edad temprana.
El problema es que estos padres no supieron transmitir la seguridad y la confianza necesarias, por lo que la persona habrá crecido sintiéndose desprotegida o, al contrario, sobreprotegida. Tanto en uno como en otro caso, ha crecido con la idea de que el mundo es un lugar hostil y peligroso, en el que no se puede estar a salvo.
Por otra parte, situaciones de acoso escolar, así como experiencias vitales negativas, también pueden actuar como detonantes de un cuadro de ansiedad. En otros casos, la ansiedad es una respuesta a una educación centrada demasiado en la perfección y el control.
Además, existen algunas características de personalidad que aumentan la vulnerabilidad a desarrollar un trastorno de ansiedad generalizada, como la tendencia al neuroticismo y a la inhibición.
Síntomas emocionales:
- Nerviosismo o inquietud constante.
- Estado de irritabilidad y angustia casi permanente.
- Dificultades para relajarte.
- Sensación de estar “al límite”.
- Sientes que algo malo está a punto de ocurrir, aunque no sabes precisar qué.
- Experimentas una sensación de falta de control e incertidumbre.
Síntomas cognitivos:
- Preocupaciones excesivas por las actividades cotidianas, incluso las más sencillas.
- Dificultades para concentrarte y sensación de confusión.
- A veces te quedas con la mente en blanco.
- Incapacidad para controlar esas preocupaciones, aunque sabes que te hacen daño.
- A menudo tienes pensamientos catastrofistas.
- Tienes problemas para recordar las cosas.
Síntomas físicos:
- A menudo te sientes agotado/a.
- Sufres tensión y/o rigidez muscular.
- Padeces dolor de cabeza o migraña con frecuencia.
- En los últimos tiempos ha aparecido un temblor o tic nervioso.
- Tienes dificultades para conciliar o mantener el sueño.
- Sientes palpitaciones, mareos o tienes la sensación de que te falta el aire.
- Tienes la sensación de tener un “nudo” en el estómago o de que tienes “algo” en la garganta.
Aproximadamente el 90% de las personas que padecen un trastorno de ansiedad generalizada desarrollarán otro problema psicológico en algún momento de su vida.
La persona que sufre un trastorno de ansiedad generalizada es víctima de su forma de pensar y evaluar la realidad. En primer lugar, tiene una tendencia a sobreestimar las probabilidades de que ocurran hechos negativos, como accidentes, enfermedades o contratiempos. En segundo lugar, suele tener un pensamiento catastrófico, es decir, tiene la “certeza” de que esos eventos tendrán consecuencias graves para ellos o las personas cercanas.
Por tanto, es fácil comprender que la ansiedad hace que la persona vea el mundo como un lugar amenazante y hostil, por lo que siente que debe estar continuamente atenta a los peligros que acechan. Obviamente, ese estado de alerta constante le pasa factura prácticamente en todas las esferas de su vida. De hecho, el riesgo de padecer depresión prácticamente se duplica en las personas que ya sufren ansiedad.
Por otra parte, la ansiedad también tiene un gran impacto en el organismo, ya que se ha asociado a numerosas enfermedades, desde el síndrome del intestino irritable y el eczema hasta problemas más graves como las patologías cardíacas y los trastornos cerebrovasculares.