Ataques de pánico
¿Qué son los ataques de pánico?
Un ataque de pánico o crisis de ansiedad es fácil de identificar para un psicólogo, pero muy difícil para la persona que lo sufre por primera vez.
De hecho, lo primero que la persona piensa cuando sufre un ataque de pánico es que algo muy grave le está pasando. Lo más frecuente es pensar que se está sufriendo un ataque cardiaco, que se está a punto de morir o que se está a punto de desmayarse, perder el control o «volverse loco».
Por eso, lo primero que la persona tiene que interiorizar es que una crisis de ansiedad es algo terriblemente desagradable, pero no peligroso. Si aprendemos a entrar en contacto con nuestras emociones y a manejar la ansiedad cuando se produce una crisis de angustia, podremos dejar atrás los ataques de ansiedad.
Como psicólogo terapeuta te ayudaré a comprender el por qué de tu ansiedad y el por qué de tus emociones. No tienes porqué seguir sufriendo un ataque de ansiedad tras otro. La solución puede estar muy cerca. Deja que te ayude.
Causas, síntomas y consecuencias
Aunque la causa física de los ataques de ansiedad se encuentre en la hiperactivación de la amígdala, la cual se activa cuando percibe que estamos en peligro, lo importante para resolver el problema es llegar a descubrir porqué o para qué se dispara en nosotros la señal de alarma o amenaza ante estímulos que objetivamente no lo son.
Aunque la persona que sufre una crisis de ansiedad intenta encontrar la causa en lo que pasó inmediatamente antes del ataque de pánico, pero la causa de su ansiedad no está ahí. En todo caso, lo que puede suceder es que una situación concreta desencadene el ataque de ansiedad, pero es nuestro inconsciente el que hace que estemos en alerta y cualquier pequeño estímulo que percibimos como «amenazante» puede ser «la gota que colma el vaso», pero no la causa última del problema.
Detrás de los ataques de ansiedad siempre hay una sensación o creencia, consciente o inconsciente, de que hay algo con lo que no podemos lidiar en nuestra vida, algo que se escapa a nuestro control, algo a lo que sentimos que no podemos enfrentarnos con los recursos de los que disponemos.
A través del tratamiento psicológico encontramos el origen real del trastorno de pánico, además de dotar a la persona de estrategias y herramientas para controlar su ansiedad, y en definitiva su vida, no desde el miedo y la evitación, sino desde la seguridad y la confianza.
En muchas ocasiones, lo más difícil es identificar un ataque de pánico como tal. Muchas personas, cuando sufren un ataque de ansiedad creen que les está dando un ataque al corazón, debido a lo intensas y desagradables que son las sensaciones que se experimentan en el transcurso de un ataque de ansiedad.
La característica principal de una crisis de angustia es la aparición aislada y temporal de miedo o malestar de carácter intenso, que se acompaña de al menos 4 de un total de los siguientes síntomas somáticos o cognoscitivos:
- Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardiaca
- Sudoración
- Temblores o sacudidas
- Sensación de ahogo o falta de aliento
- Sensación de atragantarse
- Opresión o malestar torácico
- Náuseas o molestias abdominales
- Inestabilidad, mareo o desmayo
- Desrealización (sensación de irrealidad, de extrañeza) o despersonalización (sentirse separado de uno mismo)
- Miedo a perder el control o volverse loco
- Miedo a morir
- Perestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo)
- Escalofríos o sofocaciones
Cuando estas crisis han sido recurrentes y has empezado a preocuparte durante más de un mes por la posibilidad de padecer un nuevo ataque de ansiedad y por sus posibles implicaciones y consecuencias, o empiezas a cambiar significativamente tu conducta a causa de estas crisis, hablamos de un trastorno de angustia o trastorno de pánico.
El mayor peligro para una persona que tiene un ataque de ansiedad no es morirse, (nadie muere por sufrir un ataque de ansiedad), sino desarrollar una agorafobia. Veamos porqué:
Un ataque de pánico surge de manera repentina e inesperada, la mayoría de las veces, sin una causa aparente. Una vez que se ha sufrido un ataque de ansiedad es fácil que la persona empiece a temer sufrir otra crisis, por lo que se produce lo que llamamos «el miedo al miedo», una espiral de miedo que perpetúa el trastorno.
La preocupación porque el ataque de ansiedad se repita, aumenta el nivel de ansiedad general en la persona, lo que predispone a volver a sufrir otras crisis. Además, como no se encuentra una causa inmediata a la crisis, se asocia el lugar donde ocurre el ataque de ansiedad con la ansiedad misma, y se empieza a evitar situaciones o lugares o se busca una seguridad externa, como el ir acompañado o tener un hospital cerca por si «pasa algo».
Pero como la causa real de la ansiedad no se soluciona, la persona sólo agrava su situación: los ataques de ansiedad siguen repitiéndose, la inseguridad y la dependencia crecen y la calidad de vida disminuye al no poder llevar una vida normal a causa del miedo.